martes, 30 de agosto de 2016

De la sección CUENTOS DEL CAZADOR Y LA DIOSA:
Contraataque 2
Aquí estamos, rodeados de los nuestros, en el corazón del Amazonas. Se escucha la típica estática:
_ Señor, una aeronave si dirige hacia aquí.
_ ¡¿Cómo dice?!
_ Una aeronave se dirige hacia aquí.
_ ¡¿Qué clase de aeronave?!
_ De reconocimiento, señor.
_ ¡Okay! ¡Bien hecho! ¡Copiado y fuera!
Un susto. Han estado sobrevolando esta área, seguramente porque sospechan que estamos cerca; pero no saben a ciencia cierta dónde. Si lo supieran, serían bombarderos con napalm los que sobrevolaran. Este sector de la selva es nuestro centro de operaciones, desde se transmiten las órdenes que imparten nuestros generales; y que los demás coroneles y yo nos encargamos de hacer cumplir.
Nuestros enemigos avanzan desde las ciudades, y sufrimos miles de bajas cada día. Sin embargo, no podemos atacar. No aún. Debemos esperar la orden. Todo debe estar sincronizado. Tenemos la oportunidad de sorprenderlos y ganar la primera batalla. Luego, la artillería atacará desde las cadenas montañosas, provocando erupciones, laúdes y sismos. Finalmente, cuando todos ellos se refugien en las ciudades de las tierras bajas, los casquetes polares se derretirán y el océano se los tragará. Debemos esperar.
Muchos de nosotros mueren cada día. Amigos, hermanos, padres e hijos. Pero cada árbol, cada arbusto, cada rosal y cada animal de cada especie será vengado. La temperatura sube año tras año. Cada vez somos menos y ellos más. Pero eso cambiará.
El hielo del norte es cada vez más pequeño, y el último año algunos terremotos no pudieron ser contenidos. Batallones de avanzada. Si no me equivoco, en pocos días habremos de atacar.
Fin

Victor Gabriel Pardo


Derechos Reservados
De la sección CUENTOS, LINDOS RAROS Y ESPANTOSOS:
El Pasillo
Caminaba hacia el sur por la vereda de la calle Humboldt, cargando en mi mano izquierda un maletín que resguardaba en su interior unos dibujos, algunos útiles, un cuaderno con muchas hojas en blanco y otras escritas con algunos pensamientos, un pomo vacío de crema antiacné, un cargador de celular, un perfume de una marca que ahora no recuerdo y, por alguna razón, una bandita elástica y una baraja de tarot. El maletín tenía un corte cerca de una de las bisagras; pero, si uno se aseguraba de cerrarlo bien, servía a la perfección.
En mi mano derecha cargaba un bolso de casi un metro de largo bastante maltratado, y que pesaba alrededor de ocho kilos; bastante aparatoso y lo suficientemente pesado como para ir cambiándolo de mano cada cinco minutos. Sabrán comprender que las cinco cuadras que debía hacer desde avenida Santa Fe hasta mi destino parecían muchas más.
La calle era estrecha. Pero esto no evitaba que un sinnúmero de autos se estacionen junto a ambos cordones; y las igualmente estrechas veredas estaban pobladas por numerosos árboles. Era fácil llevarse a alguien por delante. Miré a mi izquierda y, por sobre mi hombro, vi a un hombre que me seguía. O creí que me seguía. Él caminaba detrás de mí y en la misma dirección. Nada más. Quise ver hacia adelante, pero mi mirada cruzó una imagen que llamó poderosamente mi atención: un pasillo largo con largas sombras, algo de vegetación en las paredes manchadas de negro y, al final del pasillo, una gran puerta de madera que se abría lentamente bajo un umbral abovedado. Me detuve. Una brisa me permitió reconocer, entre la humedad, aromas de menta, sándalo y rosas. Cerré los ojos sin darme cuenta y di una inspiración profunda seguida de una sonrisa y un suspiro. Abrí los ojos, miré mis pies, miré hacia adelante y levanté un pie para continuar la caminata. Pero, antes de dar el primer paso, un leve llanto salió de ese pasillo. Miré nuevamente, pero nada había allí más que esa puerta que se abría.
Me acerqué lentamente a ese extraño lugar ubicado entre dos edificios, que bien podría haber sido un callejón si no fuese por el techo y la puerta del final. Alguien chocó con su hombro mi brazo izquierdo, mientras yo daba mis primeros pasos hacia aquél umbral. Un paso, otro y otro. Debí detenerme por un momento, porque la ansiedad era mucha. Volví a caminar. A mitad del camino, el débil reflejo que entraba por ambos extremos del pasillo se hizo tan débil que me movía prácticamente a oscuras. Seguí andando con la mirada clavada en la enorme puerta entreabierta, que dejaba salir una tenue luz que se alargaba hasta un par de metros en el suelo. Y, cuando sólo seis metros me separaban de la luz, una sombra me detuvo en seco; y una invisible mano se apoyó en mi pecho.
Un par de ojos se abrieron en medio de las tinieblas justo frente a mí, y una boca de la que sólo se veían los dientes me preguntó “¡¿Qué es lo que hace aquí?! ¡Usted no puede entrar!”. Pregunté “¿Por qué?”. Y la sombre me dijo “Porque trae muchas cosas con usted; y éste es un lugar al que se debe entrar liviano, con lo justo y necesario”. Preocupado, pensé en volverme y seguir mi camino original.
_ “¿Qué hago acá?” pensé.
_ “Elija” me dijo otra sombra a mi derecha. “El maletín o el bolso. Uno de ellos podrá llevar y el otro deberá dejarlo”.
_ “¿Por qué?” quise saber. Y, antes de preguntarlo, la sombra frente a mí me dijo “Porque lo que decida ahora cambiará todo. Lo que deje atrás, ya no lo encontrará”. Afligido, me dije a mí mismo que necesitaba el bolso grande, dentro del cual estaban el uniforme y los zapatos de la empresa, mi equipo de mate, un  abrigo y algunas monedas. Definitivamente lo necesitaba. Una persona responsable lo hubiera llevado consigo. Terco como soy, quise avanzar llevando todo mi equipaje; pero la luz y la puerta se veían ahora muchísimo más lejos.
_ “Nunca llegará a ver la luz y a conocer los misterios si no se decide a cambiar”.
_ “¿Por qué?” pregunté.
_ “Porque aferrarse es permanecer en las sombras” me respondió.
Miré hacia atrás y, donde antes habían estado la vereda y la calle, sólo se veía el oscuro pasillo que se alargaba tanto que no podía divisar el principio. Miré hacia la luz, bastante más allá de lo que había estado, dejé caer el bolso, abrí el maletín y extraje de éste el perfuma, el cargador, el pomo de crema y la baraja de tarot. Dejé estas cosas en el suelo, cerré el maletín, lo tomé por la manija y, al fin, pude avanzar. Varios pasos adelante, noté que las sombras con las que había hablado habían quedado atrás; y, antes de seguir, les hice una última pregunta: “¿Hacia dónde estoy yendo?”. Y una de ellas me contestó: “Hacia su futuro”.
Fin

Victor Gabriel Pardo


Derechos Reservados
¡Nueva semana, nuevos cuentos! ¡Y empezamos con un bello clásico!
De la sección CUENTOS CLÁSICOS ARGENTINIZADOS:
La Sirenita Enamoradita
Cuenta la historia de Gabriel, una pobre princesa del mar… ¡Bah! ¡Del Río De La Plata! La piba tenía nombre de varón por culpa del padre, que esperaba un hijo con el que poder irse de parranda.
Gabriel y su padre, el rey Tritón, eran mitad humanos y mitad peces; probablemente una enfermedad genética provocada por la contaminación del Riachuelo. Él tenía como cetro un tridente parecido al del Diablo, pero fabricado con restos de los barcos encallados en esas aguas muy cristalinas que digamos.
La cosa es que Gaby, como le gustaba que la llamaran, estaba paseando por las aguas cercanas a una playa privada, y se quedó embobada mirando a un hombre que se asoleaba acostado en la arena. Fue amor a primera vista… O por ahí ella estaba en celo, como le suele suceder a los peces en cierta temporada. El hombre, quien resultó ser asimismo de la realeza, ya que era hijo del rey de la droga, la miró. Claro que ella tenía sólo la mitad superior del cuerpo fuera del agua; y como en su reino submarino no era costumbre usar ropa… el príncipe se tiró de cabeza al agua. Y, como ella no quería que supiese lo que era, se las tomó antes de que él la alcanzara. Lo único que él vio al sumergirse fue su cola de sirena. Pero con lo drogado que estaba… también había estado viendo elefantes rosados, y había mantenido una discusión con un cactus al que le reclamaba que se disculpe por haberlo pinchado. Así que supuso que se la había imaginado.
Gabriel se devanaba los sesos pensando cómo podría hacer para andar en dos piernas como su amado príncipe; aunque es sabido que todos los fines de semana él quedaba tan dado vuelta que, más que en dos piernas, tenía que andar en cuatro patas del mareo que se agarraba.
La bruja malvada, una tortuga marina que, según dicen, tenía poderes (¡Y…! ¡Si sobrevivís en las aguas del Riachuelo, es porque tenés poderes!), le dijo a Gabriel que podría darle piernas si ella le daba a cambio su voz. Teniendo en cuenta que sus amantes se le quejaban de que tenía voz de pito y que, después de todo, el príncipe ya había visto sus “atributos”, ella supuso que era solo un trato aceptable y que por ahí hasta le convenía. El problema es que su enamorado estaba comprometido, y se supone que ella se convertiría en espuma de mar si él no le daba bolilla. El padre estaba como loco, aterrado de que muriese su hija por culpa de un tipo que ni siquiera era de su misma especie.
_ “¡¿Con uno de ésos asquerosos humanos?! ¡Humanofilia en mi propia familia!” gritaba Tritón.
Cuando la princesa Gabriel llegó hasta el castillo del príncipe en traje de Eva, y lo vio casándose con otra que no sólo tenía piernas sinó que también podía hablar, creyó que no tenía esperanzas. Pero estaba equivocada. Después de todo, casarse no es castrarse, ¿no?
La nueva esposa del príncipe puso el grito en el cielo al ver a una mina completamente desnuda espiando desde la ventana.
_ “¡Apenas nos casamos y ya me estás metiendo los cuernos, hijo de puta!”
Pero, como el hechizo algún efecto tenía que hacer, los recién casados vieron con horror cómo la hija de Tritón se transformaba… ¡En un sirena! ¡Claro…! ¡Si la bruja era una vieja senil como de cien años! ¡A veces le pifiaba con los encantamientos! El príncipe la quería echar a las patadas a la sirena.
_ “¡Con la parte de arriba se me ocurre qué hacer! ¡¿Pero qué voy a hacer con la parte de pescado?!”
Pero, afortunadamente para la princesita, la recién casada tenía gustos, digamos… no muy comunes. ¡Ustedes saben de los escándalos de la realeza! Y al ver la escamosa cola de la sirena, dijo: “¡Esperá, amor! ¿No estábamos buscando una mascota? Digo… por ahí podríamos dejarla que se quede en la pileta y… después vemos”.
Y, colorín colorado, un trío se ha formado.
Fin

Victor Gabriel Pardo


Derechos Reservados

martes, 23 de agosto de 2016

Aquí les dejo otro CUENTO DEL CAZADOR Y LA DIOSA…
¡Uno de mis favoritos! ¡Que lo disfruten!

Cuento: “Una Limpieza General”

Las fuentes de agua putrefactas, el jardín completamente destruido, y todo el lugar lleno de basura. Esa visión hizo que a la madre se le crisparan los nervios. El adolescente irresponsable le había dejado la casa hecha un desastre, y la mujer puso el grito en el cielo. Sus gritos parecían truenos, sus pisadas terremotos, y su enojo iba subiendo la temperatura del ambiente. El joven tenía resaca y los auriculares puestos con la música a todo volumen; por lo que no tomó consciencia de la reacción de su madre, que hubiera hecho temblar de miedo a cualquier persona con dos dedos de frente.
Sin embargo, a medida que las cosas se calentaban, porque el enojo de su madre iba calentando el ambiente, él se sentía cada vez más incómodo. Cuando la temperatura media global subió dos grados completos, el adolescente levantó la vista sorprendido, comenzó a jadear y se empezó a ventilar con una revista. Cuando iban ya tres grados, él revisó el aire acondicionado. A los cuatro grados le rogaba a la madre que se calme y baje la temperatura; porque en verdad no se podía estar. Entonces, ella le dijo que, si juntaba su basura, renovaba el agua de las fuentes y arreglaba el jardín sembrando nuevas flores, bajaría la temperatura. Pero, como todo adolescente caprichoso que no quiere madurar, el pibe hizo un berrinche y se encerró en su pieza; suponiendo que allí ella no podría molestarlo con quehaceres.
La madre tierra se enojó y la temperatura global subió seis grados por encima de lo normal, haciendo que los casquetes de hielo se derritan e inunden la habitación del hijo. Éste intentó escapar yendo a tierras altas, pero la madre tierra tembló terriblemente y despertó a los volcanes, asesinos implacables. Arrepentido el adolescente, que se hallaba en el borde de la terraza y estaba a punto de ser devorado por la lava, se arrodilló y le prometió a su madre que limpiaría todo si lo dejaba vivir. Pero la tierra le dijo que dejase, que ella ya casi terminaba de limpiar.
Colgando de una mano que aferraba al borde del techo, él miró sorprendido cómo las aguas retrocedían, dejando sólo fuentes de agua pura y cristalina; y se dio cuenta de que la lava se había enfriado y formado mesetas y formas rocosas curiosas en toda la casa. Le dijo a la tierra: “¡Ayúdame que me caeré!”
Pero ella respondió: “Ya te hice las cosas fáciles por mucho tiempo. Si ahora caes y mueres, es culpa tuya”.


FIN

Victor Gabriel Pardo

Derechos Reservados
Este es el segundo CUENTO CLÁSICO ARGENTINIZADO que les comparto…

“De Brujas y Dragones”
(Publicado en la Revista Umbral de julio del 2014)

Había un reino donde Dios enviaba a aquéllas almas que en vidas anteriores se habían portado mal. Bueno, en realidad, a esas almas las enviaba a que renazcan en la parte del reino llamada conurbano, donde la gente sentía estar viviendo en una película de terror: lugares oscuros por todos lados (por los cortes de luz), ruidos extraños y gritos espantosos (por los tiroteos y asaltos) y monstruos acechando en cada rincón esperando devorar a alguna víctima desprevenida (que, en general, eran chicas jóvenes que desaparecían o que aparecían violadas y muertas y que, según la policía, se fueron con sus novios).
Como en todo cuento, había una bruja malvada que hechizó los ahorros y dólares para que se convirtiesen en pesos y que invocó a una legión de monstruos (chorros, violadores y asesinos) para que atacaran al pueblo. Otro de sus hechizos hizo que en las tiendas y supermercados los productos saltasen, escapándoseles a los clientes de las manos, hasta llegar a una altura en la escala de precios que nadie podía alcanzar.
Por razones que nadie se explica, la bruja malvada había llegado a ser reina del lugar; a pesar de que luego nadie quería reconocer haberla votado. A su lado, tenía un séquito de ayudantes que dirigían a los demonios en las distintas áreas del castillo: el jefe del engaño (encargado de administrar la nueva ley de medios), el jefe del odio al pueblo (encargado de rebajar las condenas, administrar las excarcelaciones y prohibir que la policía encierre a los monstruos); y otros jefes demonios encargados de hacer que todos obedezcan las locas decisiones de la bruja malvada.
Un día, un valiente caballero llegó al reino, decidido a pelear por la verdad y la justicia; aunque las únicas armas que tenía eran sus investigaciones periodísticas (que hacían de escudo ante los mentirosos ataques del enorme dragón que el jefe del engaño había lanzado contra él) y sus palabras (tan verdaderas como hirientes para el enorme dragón, que estaba formado por insultos, propaganda, falsedades y discurso oficial).
Una vez, siguiendo el rastro de un estafador que se quedaba con el dinero del pueblo, el caballero llegó hasta el castillo de la bruja malvada, y descubrió que el difunto rey y ella levantaron su castillo con el oro obtenido por medio del saqueo sistemático del reino; por lo que varios jefes demoníacos acusados de enriquecimiento ilícito fueron reemplazados por otros tan criminales como ellos mismos. Podría llamarse “La Historia Sin Fin”.
Malherido el dragón del discurso oficial, y debilitado el fuego que escupía (que estaba formado por mentiras y palabrería para engañar al pueblo), los habitantes del reino pudieron abrir los ojos. Algunos siguen apoyando a la bruja, pues viven de una pequeña parte del saqueo, que la bruja hace repartir entre sus secuaces ahora organizados en cooperativas. Pero otros esperan con ansias el año 2015, para poder hacer corte de boleta u optar, lisa y llanamente, por otro partido.


FIN

Victor Gabriel Pardo

Derechos Reservados
Este es el segundo cuento perteneciente a mis CUENTOS LINDOS, RAROS Y ESPANTOSOS:

“El Encierro”

La gente no entiende. Cree que no somos dignos de que nuestros derechos se respeten; como si fuésemos menos que ellos. Como si el estar encerrados nos quitase las necesidades básicas que todos, a fin de cuentas, tenemos por igual. Y, por necesidades básicas, no me refiero a ésas necesidades que todos se imaginan; sinó a otras tanto o más importantes: el respeto por la vida, el derecho a ser felices, la libertad… La falta de satisfacción de éstas puede provocar, como se imaginarán, que uno se vuelva completamente loco; pudiendo incluso dañar a los demás o dañarse a sí mismos. Esto es justamente lo que pasó allá, en Florencio Varela, donde aquél pobre, encerrado hace ya tantos años, le arrancó el brazo a su mal llamada cuidadora (¡Carcelera, sería mejor decir!). ¡Pobre oso hormiguero! ¡Yo lo conozco! ¡No es mal tipo! Pero la gente no entiende.


FIN

Victor Gabriel Pardo

Derechos Reservados

miércoles, 17 de agosto de 2016

CUENTO DEL CAZADOR Y NATURA:  
                   “El Hombre Enjuiciado”

Y el hombre fue juzgado por violencia doméstica e intento de asesinato. Por suerte lo arrestaron antes de que incurriera en lo que incurren la mayoría de los golpeadores: asesinato seguido de suicidio.
Durante el juicio, su madre contó cómo la explotaba y luego la dejaba sin nada para sus otros hijos, muchos de los cuales murieron de hambre ante la falta de recursos. Ella podría haberlo detenido antes, matándolo; pero, a pesar de que tiene su buen carácter, como toda madre, a veces es demasiado paciente con sus hijos. Por lo menos, se animó a denunciarlo. Y hoy el jurado divido habrá de decidir si es declarado culpable o no.
Tras hallarse los cadáveres de sus hermanos, algunos de los cuales murieron en circunstancias más que dudosas; ya que contaban con buena salud. Y luego de oír los testimonios dados por los cuatro elementos, quienes han presenciado los vejámenes cometidos por el hombre contra su madre Pacha, no parece que haya lugar a dudas: Todo indica que los dioses del jurado habrán de condenar al ser humano a la pena de muerte.
FIN

Victor Gabriel Pardo

Derechos Reservados
Cuento Clásico Argentinizado: 
“Robin Hood Y El Movimiento Nacional Y Popular

¿Qué se puede decir de Robin Hood? La Historia cuenta de un muchacho que, en contra de la injusticia reinante, robaba a los ricos para darle a los pobres. O sea: un pibe que se metió con todos sus amigos piqueteros adentro de un casino para exigir que se “solidaricen” con el movimiento, “¡O sinó se pudre y se rompe todo!”
Según dicen algunos, Robin Hood se enteró de que un noble del lugar pensaba derrocar al rey; e hizo de todo para luchar contra los traidores, y proteger al soberano. O sea: desde las filas jóvenes del partido oficial, apoyó a rajatabla la política nacional y avanzó contra los empresarios “golpistas” que buscaban “desestabilizar”.
Pero, entonces, un poderoso noble, cansado de que Robin le afane las carrozas de oro y plata, lo invitó a una fiesta y armó una estrategia para que lo atrapen. O sea: Robin se metió con un pesado del peronismo provincial, el cual se cansó de que le metan la mano en la lata, le armó una cama para que termine con una investigación sumaria en su contra, y perdiese todo apoyo del ejecutivo.
El rey, por su parte, sin ningún deseo de que la prensa se entere de quién lo mandaba a Robin a saquear las arcas de los poderosos locales, dijo “¡Yo me lavo las manos y a otra cosa mariposa!” 
Colorín colorado, al chorrito lo encerraron.

FIN

Victor Gabriel Pardo

Derechos Reservados

Con este relato, comenzaré a publicar cuentos de diferentes estilos. 
¡Cuentos para disfrutar, reflexionar, indignarse y volverse medio locos! 

Perteneciente a mis CUENTOS LINDOS, RAROS Y ESPANTOSOS:

"MIS OJOS ¿SE ABREN?"

¡¡¡Vean este video y disfruten del cuento!!!



https://www.youtube.com/watch?v=kQc5dtlBq0s