Aquí
les dejo otro CUENTO DEL CAZADOR Y LA DIOSA…
¡Uno
de mis favoritos! ¡Que lo disfruten!
Cuento:
“Una Limpieza General”
Las
fuentes de agua putrefactas, el jardín completamente destruido, y todo el lugar
lleno de basura. Esa visión hizo que a la madre se le crisparan los nervios. El
adolescente irresponsable le había dejado la casa hecha un desastre, y la mujer
puso el grito en el cielo. Sus gritos parecían truenos, sus pisadas terremotos,
y su enojo iba subiendo la temperatura del ambiente. El joven tenía resaca y
los auriculares puestos con la música a todo volumen; por lo que no tomó
consciencia de la reacción de su madre, que hubiera hecho temblar de miedo a
cualquier persona con dos dedos de frente.
Sin
embargo, a medida que las cosas se calentaban, porque el enojo de su madre iba
calentando el ambiente, él se sentía cada vez más incómodo. Cuando la
temperatura media global subió dos grados completos, el adolescente levantó la
vista sorprendido, comenzó a jadear y se empezó a ventilar con una revista.
Cuando iban ya tres grados, él revisó el aire acondicionado. A los cuatro
grados le rogaba a la madre que se calme y baje la temperatura; porque en
verdad no se podía estar. Entonces, ella le dijo que, si juntaba su basura,
renovaba el agua de las fuentes y arreglaba el jardín sembrando nuevas flores,
bajaría la temperatura. Pero, como todo adolescente caprichoso que no quiere
madurar, el pibe hizo un berrinche y se encerró en su pieza; suponiendo que
allí ella no podría molestarlo con quehaceres.
La
madre tierra se enojó y la temperatura global subió seis grados por encima de
lo normal, haciendo que los casquetes de hielo se derritan e inunden la
habitación del hijo. Éste intentó escapar yendo a tierras altas, pero la madre
tierra tembló terriblemente y despertó a los volcanes, asesinos implacables.
Arrepentido el adolescente, que se hallaba en el borde de la terraza y estaba a
punto de ser devorado por la lava, se arrodilló y le prometió a su madre que
limpiaría todo si lo dejaba vivir. Pero la tierra le dijo que dejase, que ella
ya casi terminaba de limpiar.
Colgando
de una mano que aferraba al borde del techo, él miró sorprendido cómo las aguas
retrocedían, dejando sólo fuentes de agua pura y cristalina; y se dio cuenta de
que la lava se había enfriado y formado mesetas y formas rocosas curiosas en
toda la casa. Le dijo a la tierra: “¡Ayúdame que me caeré!”
Pero
ella respondió: “Ya te hice las cosas fáciles por mucho tiempo. Si ahora caes y
mueres, es culpa tuya”.
FIN
Victor Gabriel Pardo
Derechos Reservados
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