De la sección CUENTOS DEL CAZADOR Y LA DIOSA:
Contraataque 2
Aquí estamos, rodeados de los nuestros, en el corazón del Amazonas.
Se escucha la típica estática:
_ Señor, una aeronave si dirige hacia aquí.
_ ¡¿Cómo dice?!
_ Una aeronave se dirige hacia aquí.
_ ¡¿Qué clase de aeronave?!
_ De reconocimiento, señor.
_ ¡Okay! ¡Bien hecho! ¡Copiado y fuera!
Un susto. Han estado sobrevolando esta área, seguramente porque
sospechan que estamos cerca; pero no saben a ciencia cierta dónde. Si lo
supieran, serían bombarderos con napalm los que sobrevolaran. Este sector de la
selva es nuestro centro de operaciones, desde se transmiten las órdenes que
imparten nuestros generales; y que los demás coroneles y yo nos encargamos de
hacer cumplir.
Nuestros enemigos avanzan desde las ciudades, y sufrimos miles de
bajas cada día. Sin embargo, no podemos atacar. No aún. Debemos esperar la
orden. Todo debe estar sincronizado. Tenemos la oportunidad de sorprenderlos y
ganar la primera batalla. Luego, la artillería atacará desde las cadenas montañosas,
provocando erupciones, laúdes y sismos. Finalmente, cuando todos ellos se
refugien en las ciudades de las tierras bajas, los casquetes polares se derretirán
y el océano se los tragará. Debemos esperar.
Muchos de nosotros mueren cada día. Amigos, hermanos, padres e
hijos. Pero cada árbol, cada arbusto, cada rosal y cada animal de cada especie
será vengado. La temperatura sube año tras año. Cada vez somos menos y ellos
más. Pero eso cambiará.
El hielo del norte es cada vez más pequeño, y el último año algunos
terremotos no pudieron ser contenidos. Batallones de avanzada. Si no me equivoco,
en pocos días habremos de atacar.
Fin
Victor Gabriel Pardo
Derechos Reservados
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